No todo en la gastronomía son menús degustación, estrellas Michelín o platos minimalistas con nitrógeno líquido. La cocina de puchero tiene también un club de fans muy fiel que no cambia la cuchara por los nuevos manjares de moda. Y ayer, como cada año, buena parte de esa legión de incondicionales volvió a demostrar su fidelidad a la legumbre y desafió al frío de enero acudiendo al reparto de titos que se realizó frente a la Antigua de Gamonal con motivo de la festividad de San Antón. Una tradición, cuentan los expertos, que se remonta a 1502, año en que algunos hombres pudientes de la ciudad decidieron cocinar una gran cacelorada de habas para saciar el hambre y el frío de los peregrinos que hacían entrada en la capital.
Más de 500 años después, la fiesta de los titos, además de por el tirón popular que siempre demuestra, tuvo el honor involuntario de convertirse en el primer evento con el que la ciudad, y el Ayuntamiento en particular, presumió, carterlería incluida, de su recién estrenado título de Capital Española de la Gastronomía. En total, fueron 20.000 raciones las que se repartieron con los más de 2.000 kilogramos de titos cocinados por los irreductibles cofrades de San Antón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario