La cocina imaginativa puede trasladarse a los fogones de casa sin problemas, teniendo en cuenta las lógicas limitaciones de infraestructura. Este es uno de los principales objetivos que se ha marcado el curso de verano ‘Cocina creativa y de diseño’ que se celebra estos días en el Centro Integrado de Formación Profesional ‘La Flora’, conocido como Escuela de Hostelería.
Un total de 22 alumnos están poniendo a prueba sus conocimientos, y sus nervios, en las cocinas de la Escuela de Hostelería. Según explican los directores del curso, Carmen Velasco -directora de la Escuela de Hostelería, Carlos González Díez y el director de los Cursos de Verano, Raúl Urbina, director de los Cursos de Verano, destacan que lo que se pretende con este curso es que «los alumnos aprendan todas las tareas de la cocina».
Porque cocinar no es solo ‘manchar’, también es recoger, limpiar,... y degustar. Este es también otro de los objetivos del curso, dividido en cinco jornadas. Los estudiantes trabajan en grupos de entre cuatro y cinco personas. Deben elaborar, cada uno, un menú degustación compuesto por siete platos. Cada día se elabora un menú completo, con primeros y segundos platos y un postre. Uno de los profesores del curso, Sergio Linares, los alumnos aprenden a planificar el trabajo en función de la dificultad de los platos. Para empezar se les explican las recetas que se van a elaborar. Cada día del curso está dedicado a aspectos concretos, productos, elaboraciones e, incluso, presentaciones. El primer día de curso los alumnos pudieron trabajar con productos tradicionales, pero siempre desde un enfoque de renovación. «Se da mucha importancia al emplatado, a la presentación, a la colocación de los platos y a la combinación de colores», apunta Carlos González. En la segunda jornada del curso, el protagonista fue Marruecos, donde los participantes elaboraron diversos platos inspirados en los productos del país, con una especial referencia al cordero. Con muy buenos resultados, por cierto, según indican los profesores. Las cocinas de la Escuela de Hostelería olían ayer a bacalao. El curso de ayer, dirigido por Sergio Linares, se centraba en la elaboración de un menú a partir de este producto. Desde un primer plato hasta un helado, con resultados también sorprendentes.
Obviamente, con el paso de los días el curso va cobrando más complejidad. El reto que tendrán los alumnos en la jornada de hoy será elaborar menús a partir de conceptos como la cromoterapia, utilizando elementos que asemejan texturas y formas como tierras o laminados. El curso se cerrará el viernes con la participación del cocinero jefe del restaurante del hotel Abba, Antonio Arrabal, que elaborará un menú a partir de una deconstrucción. En esta cita los alumnos estarán más cerca de cómo se hace alta cocina, aunque se utilicen técnicas como el hidrógeno y aparatos que no están en una cocina convencional.
Un total de 22 alumnos están poniendo a prueba sus conocimientos, y sus nervios, en las cocinas de la Escuela de Hostelería. Según explican los directores del curso, Carmen Velasco -directora de la Escuela de Hostelería, Carlos González Díez y el director de los Cursos de Verano, Raúl Urbina, director de los Cursos de Verano, destacan que lo que se pretende con este curso es que «los alumnos aprendan todas las tareas de la cocina».
Porque cocinar no es solo ‘manchar’, también es recoger, limpiar,... y degustar. Este es también otro de los objetivos del curso, dividido en cinco jornadas. Los estudiantes trabajan en grupos de entre cuatro y cinco personas. Deben elaborar, cada uno, un menú degustación compuesto por siete platos. Cada día se elabora un menú completo, con primeros y segundos platos y un postre. Uno de los profesores del curso, Sergio Linares, los alumnos aprenden a planificar el trabajo en función de la dificultad de los platos. Para empezar se les explican las recetas que se van a elaborar. Cada día del curso está dedicado a aspectos concretos, productos, elaboraciones e, incluso, presentaciones. El primer día de curso los alumnos pudieron trabajar con productos tradicionales, pero siempre desde un enfoque de renovación. «Se da mucha importancia al emplatado, a la presentación, a la colocación de los platos y a la combinación de colores», apunta Carlos González. En la segunda jornada del curso, el protagonista fue Marruecos, donde los participantes elaboraron diversos platos inspirados en los productos del país, con una especial referencia al cordero. Con muy buenos resultados, por cierto, según indican los profesores. Las cocinas de la Escuela de Hostelería olían ayer a bacalao. El curso de ayer, dirigido por Sergio Linares, se centraba en la elaboración de un menú a partir de este producto. Desde un primer plato hasta un helado, con resultados también sorprendentes.
Obviamente, con el paso de los días el curso va cobrando más complejidad. El reto que tendrán los alumnos en la jornada de hoy será elaborar menús a partir de conceptos como la cromoterapia, utilizando elementos que asemejan texturas y formas como tierras o laminados. El curso se cerrará el viernes con la participación del cocinero jefe del restaurante del hotel Abba, Antonio Arrabal, que elaborará un menú a partir de una deconstrucción. En esta cita los alumnos estarán más cerca de cómo se hace alta cocina, aunque se utilicen técnicas como el hidrógeno y aparatos que no están en una cocina convencional.
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